Estos realmente eran serios problemas, los niños de los 90’s realmente tuvieron una infancia de terribles luchas contra lo que menos se imaginan los niños de hoy en día. Es más, muchos de estos objetos que ocasionaban estos problemas ni siquiera los conocían.
Si naciste en los 90’s nos darás la razón:
1. Que la cinta del cassette de tu grupo favorito se saliera
Y tener que enredarla con un lápiz o una pluma.
2. O que se atorará en la grabadora
3. No poder correr con tu Diskman porque se trababa
Ese botoncito anti-skips era ¡una basura! Corrieras o no, se trababa el disco.
4. Pegarte con estas bolas del mal
Eran tan divertidos que a pesar de que te destrozaran los tobillos, seguías jugando.
5. Ver a tu Tamagotchi morir y no poder hacer nada
Cuando no podías alimentarlo porque los botones se quedaban aplastados. ¡Te había costado tanto que llegara a viejito!
6. Que tus cucharas del cereal ya no cambiaran de color
Cuando esas cucharas que salían en el cereal dejaban de funcionar era lo peor a la hora del desayuno.
7. Buscar entre mil carpetas de tu PC un juego
Tener Windows 95 era todo un reto de memoria. Para poder abrir un juego tenías que pasar por mil carpetas primero.
8. Pedirle a alguien que tomara una foto con tu cámara desechable
Era toda una osadía: una vez que conseguías quién lo hiciera esa persona terminaba diciéndote “oye, no se toma la foto, esta apretado” y tú: “es que tienes que recorrer el rollo”.
9. Tener los dedos morados cuando pedías dulces
Sí, ese día de brujas era el peor de todos para tus manos, pues el bote de calabacita o franskestein tenía una asa tan dura y delgada que te impedía la circulación e incluso te cortaba la piel de los dedos por el peso de los dulces. Aparte era inútil, casi no le cabían golosinas.
10. No tener Wi-Fi
La conexión a internet en discos de AOL era un fastidio, y sí tu mamá agarraba el teléfono para hacer una llamada, toda la espera estaba perdida.
11. Estas sandalias
Todas las niñas de los noventa las querían, e incluso tuvieron varios pares. Pero era tan sudorosas y resbalosas que si salían¿s al parque regresabas a casa hecho un desastre. ¡Aparte te olían los pies! Acéptalo.
12. Tu disco de Encarta rayado
Y tener bastante tarea por hacer ¡Una noche antes! De verdad estabas acabado, y ni decirle a tus padres porque te castigaban todo el mes.
13. El susto que te metía este sonido
Si tenías las bocinas altas antes de conectarte a Internet, este sonido te sacó más de un susto.
14. Tener que retirar la envoltura de celofán de tu CD nuevo
Antes no traían esa tira retira fácil. Tenías que cortar un poco con los dientes porque ni las tijeras entraban en ese envoltorio.
15. Sentarte en un sillón inflable
Y si era época de calor ¡Pff! Terminabas hecho una sopa. Pero el gusto por sentarse en ese sillón que todos tus vecinos envidiaban, nada lo podía igualar.
16. Que tu Furby te despertara a media noche
Parecía hecho a propósito, ese Furby era un malvado, ¡justo a media noche!, cuando más dormido estás ¡Se le ocurre hablar!
17. ¡Que tu estuche escolar se abriera solo!
No sabías ni cómo ni por qué, pero ese estuche ¡se abría solo! y pensabas que estaba poseído o algo por el estilo. Más grande te diste cuenta que el botón no era de presión.
18. Rentar tu película favorita y que no estuviera rebobinada
Ese momento en el que ya tenías tus palomitas calientitas y listas, tu soda con hielo a un lado. Te sentabas plácidamente en tu sillón inflable y veías ¡el final de la película! ¡Qué coraje!
19. Soplar el cartucho de Nintendo
Para evitar que se pixeleara de repente tu juego mientras estabas en la parte más emocionante, antes de meterlo a la consola debías soplarlo para quitar todo el polvo que pudiera acumular.
20. Tirar accidentalmente el teléfono de la casa
Aparte de que no tenías privacidad, siempre terminaba el teléfono en el piso, pues lo jalabas tanto al platicar para esconderte de tus padres y poder hablar con tu amiga que no resistía el aparato y se caía.
21. Programar tu VCR para grabar tu programa favorito
22. Perder una puntilla de tu lapicera como esta:
Si perdías una, estabas jodido. Tenías que comprar otra pues jamás serviría de nuevo. En algunas ocasiones le metiste un pedazo de papel para intentar solucionarlo, pero solo atascó las demás puntillas.
23. Y por último, ir al parque y bajar por el resbaladero
Los toboganes eran de ¡Metal! Y vaya que te llevabas quemaduras en tus pompas y aparte quedabas vislumbrado con el reflejo del sol en tus ojos. Pero eso sí, nunca dudabas en hacerlo de nuevo.