La hermosa infancia junto con sus fascinantes juguetes se ha ido para nunca más volver. Suena trágico porque en realidad sí lo es. ¿Quién de nosotros no recuerda con nostalgia aquel juguete que siempre quiso tener pero que nunca le compraron? Tal vez porque había otras prioridades en ese momento, o puede que nuestros padres querían enseñarnos la famosa lección de no poseer todo cuanto es pedido. Lo cierto es que nuestro adulto frustrado lleva en su interior a un niño aún más frustrado.
Si piensas que ahora es el momento para darte el lujo de consentirte y comprar lo que siempre deseaste tener, lamentamos decirte que estás un poco equivocado. Ya sea por descontinuación de producto, antiguas ediciones limitadas o porque simplemente ya te verías un poco ridículo usándolos, es tiempo de aceptar que hay cosas que nunca fueron… y que nunca serán.