Piensa esto: llegas borracho a tu casa, tienes un montón de hambre y crees que puedes aventurarte en experimentos culinarios para satisfacer su necesidad de comer, intentas cocinar y te comes tu platillo; pero al día siguiente te arde el estómago y te das cuenta de que en lugar de ponerle salsa de tomate a tu perrito caliente, le pusiste pasta de dientes.
No te quiero arruinar tus intenciones de aplicar como aprendiz de chef pero peores desastres han pasado; así que es mejor que nunca ¡NUNCA! intentes cocinar borracho. Si no me crees, basta con que mires las siguientes imágenes.