Estar todo el día encerrado en la oficina suele provocar la pérdida de la paciencia; detalles como que el compañero que se la pase haciendo ruido con los pies, o tener que soportar que el obsesivo-compulsivo amante de la limpieza y el orden se la pase acomodando todo, o la que se la pasa haciendo chistes malísimos, y sí, hasta el payaso del equipo a veces no lo toleramos.
Pero, ¿qué pasa cuando alguien ya colmó tu paciencia a tal grado de que estás considerando el homicidio como opción? ¡ALTO! ¡No lo hagas! Te tenemos una mejor: el sarcasmo, un arma letal más elegante que cualquier otra agresión.