El aeropuerto es como un pequeño mundo postapocalíptico: todos tienen prisa, corren de un lado a otro, la gente duerme en el suelo, algunos beben vino desde tempranas horas y todo mundo sospecha que su prójimo es un terrorista.
Pero hay que reconocer que en medio del caos siempre hay uno que otro personaje que sobresale por su extravagancia o peculiar sentido del humor.