El pasado 3 de agosto la policía de Roma recibió una llamada de un vecino que alertaba que, en su edificio, se escuchaban gritos y llantos. Inmediatamente se cumplió con el protocolo y dos oficiales fueron a investigar qué sucedía.
Cuando entraron al lugar la escena los dejó pasmados, y es que no había crimen qué perseguir ni un ladrón al que arrestar, no había formularios qué completar ni llamadas qué hacer… lo que encontraron fue a una pareja de ancianos sentados frente a la tele mientras la mujer lloraba inconsolable al ver las noticias del día.
“¿Por qué hay tanta maldad?”, se preguntaba la señora Jole, de 84 años, mientras rompía en un llanto desesperado; su marido Michele, de 94, estaba sentado a su lado consolándola con su compañía.
No había nada qué hacer ahí, pero cuando los oficiales inspeccionaron el pequeño departamento para asegurarse que, efectivamente, la señora solo estuviera llorando por las noticias de la televisión fue cuando se dieron cuenta de algo peor: en todo el departamento se respiraba un aire de soledad, parecía que nadie había ido a visitar a esta pareja desde hace mucho tiempo, la cocina no parecía que se hubiera usado desde hace bastante tiempo.
Así que le pidieron permiso a los dueños para preparar una cena, encontraron pasta y así fue como hicieron una deliciosa cena para cuatro; algo sencillo: pasta, mantequilla, queso parmesano y el ingrediente especial, toneladas de humanidad que a veces es justo lo que hace falta en este mundo.
Mientras esperaban que la ambulancia llegara para revisar que los señores estuvieran bien, se sentaron en la mesa y el matrimonio estaba extasiado por la compañía, no dejaban de platicar y de contarles a los oficiales sus maravillosas historias de los 70 años que llevaban juntos.
Esta historia se hizo viral cuando la policía de Roma la compartió en su Facebook, hasta el momento tiene más de 74 mil likes, y ¿cómo no? Si en medio de un mundo de guerras, dolor y desesperanza, estos oficiales nos dan un ejemplo de cómo podemos poner nuestro granito de arena sin necesidad de salir a rescatar a millones, solo se trata de poner atención, quizás sea nuestro vecino quien esté rompiendo en llanto hoy abrumado por la soledad y desesperado por un poco de compañía.