Kye, el pastor belga K9, y su entrenador Stark estaban persiguiendo a un carro que iba a alta velocidad; habían recibido una llamada de emergencia de otros policías que solicitaban apoyo pues el conductor, Mark Salazar, era un ladrón que había estado huyendo durante 30 minutos. En su desesperación, Salazar chocó el vehículo y salió huyendo. Stark soltó a Kye para que lo rastreara y el perro, como el buen chico y excelente policía que era, no tardó en localizarlo.
Stark pensó que él y su pareja perruna habían completado con éxito otra misión, pero se llevó una desagradable sorpresa: al llamar de vuelta a Kye se dio cuenta de que el criminal lo estaba acuchillando. El policía le disparó al sujeto y fue a recoger a Kye con la esperanza de salvarlo, y aunque llegó vivo a la cirugía murió de un paro cardiaco luego de la intervención. El presunto delincuente también murió.
Aunque para muchos Kye era solo un perro…
Para Stark era su mejor amigo y su compañero
Policías, humanos y caninos, le rindieron honores en su funeral
“Confiaste en mí, amigo mío, porque fui tu camarada”
“Te protegí hasta mi último aliento, aun cuando los demás te abandonaron”
“Juntos conquistamos todos los obstáculos y perseguimos a los malos”
“Todo lo que pedí fue compasión y el toque cariñoso de tus manos”
“Y aunque nuestro tiempo juntos llegó a su fin”
“Espero que recuerdes esos momentos en los que juntos fuimos invencibles”
“Y si volviera a nacer, con gusto volvería a servir contigo…”
“… Porque somos amigos, y cada día que pasé a tu lado fue la recompensa a todo mi trabajo”.
En la vida y en la muerte, el perro es el mejor amigo del hombre.