En un mundo que parece estar diseñado exclusivamente para parejas, es muy poco común hablar de soltería sin que las personas pongan cierta cara de simpatía o condescendencia; sólo aquellos que no tenemos pareja sabemos que cada reunión familiar es un bombardeo de comentarios inapropiados de tíos que parecen que no tienen otro propósito en su vida que recordarte que estás soltero. Entras a tu muro y ves fotografías de todos tus amigos y compañeros de clase ya sea casándose o teniendo hijos. ¿Y tú? Bueno, tú no.
Y aunque todo mundo parece estar preocupado por ti, la realidad es que estar soltero dista mucho de estar solo. Hay una belleza única que sólo quienes no viven en una relación pueden entender, y justo eso es lo que las ilustraciones de la mexicana Idalia Candelas quieren mostrar: la belleza de estar solas. Con sus series en blanco y negro, muestra a mujeres solitarias que disfrutan de su casa, de una buena taza de café y simplemente de sus vidas. Esta artista que reside en la Ciudad de México utiliza pinceles y acuarelas para hablarnos de la “Soledad Posmoderna”, como se llama su serie.
Según ella misma detalla, hubo un tiempo en el que ella se sentía sola, y la gente siempre intentaba evadir esa soledad, pero ésta es un tema recurrente en la sociedad actual. “Me gusta mostrar que las mujeres que están solas no sufren, no están deprimidas ni llorando, en lugar de eso, están a salvo y se dan cuenta que son capaces de disfrutar la vida sólo teniéndose a sí mismas”.
La cafeína demás, el helado para el desayuno, la pizza para la cena acompañada de una buena copa de vino, es la vida que todos soñamos y que los solteros tenemos más cerca.
En nuestra vida no existe el estrés de tener una relación. No debemos complacer a nadie, ir con la familia que ni siquiera nos cae bien ni hacer planes para días posteriores que no estamos seguros que funcionarán.
Despertar todas las mañanas y darte cuenta que el mundo es tuyo, que nada te detiene y que las cosas que hagas sólo repercutirán en ti, es una de las sensaciones más liberadoras del mundo.
La soltería es una bendición: la armonía mental se hace plena y no hay alguien que te haga sentir menos o logre bajar tu autoestima en un instante.
El tiempo es tuyo. Y aunque exista un momento sumamente incómodo en el que debas depilarte las piernas, el bigote o rascarte en el lugar menos glorioso de tu cuerpo, puedes hacerlo sin preocupaciones de que alguien te observe.
El arreglo personal se convierte en tu meta diaria, cuyo objetivo es claro: sentirte bien contigo, no debes pretender gustarle a nadie sino a ti.
La belleza de estar solas es grande y a veces ni siquiera lo imaginamos.
La soledad es un consuelo, un mundo para nosotros, un lugar en el que lo único que importa es sentirnos 100% plenas. Porque nadie nos critica, nadie nos juzga.
Tus errores sólo son tuyos, nadie te juzga y a nadie le fallas, tu soledad se ha convertido en tu mayor fuerza y en lugar de debilitarte, te hace inquebrantable.
El tiempo necesario que no requiere ningún compromiso, los momentos en los que podemos disfrutar de nuestro hogar sin ningún invitado inoportuno, las charlas amenas con nuestra conciencia y todos los libros que queremos devorar en menos de un instante.
¿Qué importa si decides quedarte en pijama un día entero? Tal vez el único espectador sea tu mascota y seguramente, ella no le dirá a nadie, al contrario, se acurrucará en tus piernas.
El miedo se ha ido, porque esa libertad viene acompañada de un hermoso sentimiento: lo que hagas es para ti.
Esos fines de semana de películas en casa, lecturas interminables y Netflix se han hecho una rutina que no cambiarías por nada y está bien, es tu momento.
En fin, la belleza de estar solas es grande y a veces ni siquiera lo imaginamos. Hemos tomado las riendas de nuestra vida y hemos aprendido a disfrutar esos pequeños detalles que nos hacen tan felices.