Si en todo el planeta sólo hubiera personas sanas y racionales, sin duda sería fácil lidiar con cualquier situación. Sin embargo, la vida no es así de simple, algunas personas pasan la mayor parte de su tiempo agitadas o buscando iniciar una pelea sin motivo. Seamos honestos: no sabemos obtener ni lo mejor de nosotros ni de nuestras emociones. Es por esto que existen técnicas para aliviar y saber llevar este tipo de cargas cotidianas de una manera menos dolorosa y más constructiva.
Según el psicólogo clínico Albert J. Bernstein existen 3 frases con las que de inmediato podrás calmar a la más enfurecida de las personas y hacerla regresar al control de su cabeza. Estas 3 frases te ayudarán para calmar las conversaciones más difíciles y desafiantes de tus días. Toma nota.
1. “Habla un poco más pausado, me gustaría ayudarte”
Bernstein dice que con esto le estás enviando el mensaje a su cerebro de que realmente quieres ayudarlo, pero le pides que lo aclare, pues realmente estás interesado. Esto dará tiempo para que deje de llorar o gritar y llegue más oxigeno a su cabeza. Una vez que respire, podrá pensar y calmará sus emociones.
2. “¿Qué te gustaría que haga por ti?”
En esencia, funciona como la primera. Pero esta frase activará a nivel neuronal el cerebro, por lo que la parte emocional se retraerá casi de inmediato. Para el cerebro es como descifrar un crucigrama y comenzará a utilizar sus habilidades de pensamiento por encima de las emociones.
3. Haz una pregunta sobre cualquier cosa
No importa si la otra persona se está volviendo loca, si quieres que vuelva a la cordura deberás preguntarle algo distinto al tema de conversación de ese momento. ¿Por qué?: “el explicar qué es lo que le está pasando, en el trasfondo, busca una excusa disfrazada para poder defenderse de lo que el enojado o emotivo está haciendo en ese momento”, dice Bernstein. Hazlo que se vuelva sensato ante la situación.
El acto de escuchar se ve reflejado en un nuevo estado emocional de la persona, por lo que no necesariamente importa el contenido. Es decir, hacerlo de esta forma calmará a la gente y llevará la conversación a una base más firme que cualquier intento por inyectar sensatez de forma directa o pedirle que se calme.
Al final te darás cuenta que quien guió el momento fuiste tú y que pudiste controlar la agitada conversación para convertirla en una plática constructiva.