La depresión no es un juego, es mucho más severa de lo que parece. El perjudicial control y poder de destrucción que tiene esta enfermedad sobre los jóvenes, muchas veces pasa desapercibido y se estigmatiza bajo el concepto de “adolescencia rebelde” o “querer llamar la atención”. El caso de la chica que conocerán a continuación, tiene que sacudir nuestras conciencias, de lo contrario estamos todos hechos de piedra.
Para trámites y recuerdos del ciclo escolar, una niña de preparatoria asistió a la peluquería para que le hicieran un corte urgente de cabello y salir de la manera más decente posible en las fotografías que le solicitaron. Tras sufrir una profunda depresión y sentir que su vida no tenía ningún valor, simplemente dejó de arreglarse el cabello. No nos referimos a que descuidó las puntas o se dejó de hacer peinados, el abandono fue tan extremo que ya ni siquiera se lo tocaba; la ausencia de cepillado e higiene le formaron nudos y telarañas sin principio ni fin, casi imposibles de desaparecer a menos de que se rapara. Y eso le solicitó a la estilista… una afeitada de cabeza.
¿La estilista la rapó?
Aún cuando pudo limitarse a obedecer lo que la cliente le solicitaba, la cosmetóloga y estilista Kayley Olsson, le propuso una mejor opción: salvar su melena. Sabía que no sería nada sencillo, pero luego de escuchar las tristes palabras de la chica y ver el desastre en el que la depresión la había convertido, decidió invertir 13 horas de su jornada laboral en reconstruir la autoestima de la chica.
“Llegó un punto en el que se sentía tan inútil que no tenía ánimos para cepillarse el cabello. El fin de cursos implicaba que ingresara a una nueva escuela, y en pocas semanas debía presentar la papelería con nuevas fotos. Así que entró y solicitó que la rapáramos porque se consideraba cobarde para hacerlo por sí misma… me rompió el corazón”.
Su belleza solo estaba escondida
Cuando la chica miró el resultado, sintió como su autoconfianza y seguridad volvieron, como si hubiera nacido nuevamente. Una lágrima recorrió su mejilla y le agradeció a la estilista por creer en su melena, en su belleza y en ella misma.
“La salud mental es importante, y hay gente enferma en todo el mundo, de todas las edades, los padres deben tomarlo en serio. Un niño jamás debería sentirse incapaz de cepillar su propio cabello. Hoy finalmente la chica sonrío, y volvió a sentir que su vida vale”.
– Kayley Olsson.