¿Te estás dando cuenta de que tu vida es algo diferente y empiezas a cuestionar ciertas cosas que nunca antes te habían pasado por la cabeza? Felicidades… lo más seguro es que sean los síntomas del síndrome de los veintitantos.
Nuestra generación está llegando al cuarto de vida, y con ello a la crisis de la edad. Quizá porque has terminado tus estudios y no sabes qué será de ti, o simplemente porque sientes que has madurado; de cualquier forma aquí te presentamos algunos de estos síntomas para que te compadezcas de ti mismo.
¡Ánimo! Al menos no tienes 30… por ahora.
1. Se reduce tu círculo de amigos
Es ahora cuando miras hacia atrás y te das cuenta de que tienes un grupo de amigos más pequeño y que cada vez se torna más difícil verlos: coordinar horarios entre el trabajo, estudios, prácticas, viajes; en fin, tantas cosas. Los ratos libres se han vuelto una excusa para tomar una cerveza con ellos y ponerte al día.
2. Las multitudes ya no son divertidas
Hasta te incomodan. Ya los conciertos con tu artista o grupo favorito de rock no es lo mismo; todo ha cambiado. Eso de que te estén aventando todo el tiempo te fastidia. Antes ir con los amigos del colegio era tan fácil y divertido.
3. Te das cuenta de quiénes son tus verdaderos amigos
Después de todo te encuentras con que siempre no eran tan especiales en tu vida. Entendemos que la amistad no se basa en el tiempo sino en la calidad de las persona que está a tu lado. Es triste darnos cuenta que algunas son egoístas y que no son tan cercanos como tú creías, que esos de la infancia o aquellos que conocías desde hace tanto no son los mejores; que hay más gente que sí merece tu atención.
4. Ríes con ganas y lloras menos pero con más dolor
Entiendes ese viejo refrán: “El tiempo no sana las heridas, sino que alarga las agonías”. Eso de que el tiempo lo cura todo es mentira.
5. Reconoces muy bien una pelea y una discusión
Has aprendido que existe un ligero matiz que distingue a las peleas de las discusiones. Porque estas últimas nacen desde el cariño y son las que realmente agrandan las relaciones de cualquier tipo.
6. De pronto, eres tú quien decide
Entiendes lo que es hacerse mayor, porque ahora eres tú quien toma las decisiones sobre lo que quieres. Descubriste que alguien más puede tener la razón y que no siempre se puede hacer lo que se quiere.
7. Ya no juegas con los sentimientos de los demás
Después de unas cuantas caídas aprendiste a ser responsable con los sentimientos, y ahora sabes cuándo parar. Las parejas van y vienen. Hay gente que siempre estará ahí, y que sin pensarlo te ayudará.
8. Aprendiste a ser amigo
De pronto te encuentras escuchando y prestando atención a los pequeños detalles. Te das cuenta que la confianza es algo que se siembra. Que hay que ganársela y, lo más importante: ser capaz de mantenerla.
9. Ya no te gustan las borracheras
La diversión de una noche de borrachera loca ya no es para ti. Actuar como idiota te empieza a parecer innecesario. Las resacas son la muerte, tu cuerpo ya no lo resiste al día siguiente, salir 3 veces a la semana empieza a ser agotador.
10. No te quieres soltar del pasado
El tiempo sigue su curso. No hay más que hacer, sólo avanzar, ingeniártelas y tratar de conservar bien tu presente, porque éste marcará tu futuro.
Si abriste este artículo es porque de alguna forma te has sentido identificado. Todos los que tenemos veintitantos no queremos crecer tal vez por temor al fracaso o al no saber qué haremos con nuestras vidas. Nos sentimos desconcertados con la idea de ser unos adultos de verdad y adquirir la responsabilidad del paquete completo, y, nos gustaría ser de nuevo quiceañeros.