No importa el origen, nacionalidad y condición social, los niños siempre nos ponen el ejemplo de que la vida hay que vivirla al límite y con alegría.
La imaginación que tienen les hace ver el mundo de una manera inocente, en la que cualquier cosa sirve para jugar y tener aventuras. Desde un simple trozo de madera, una llanta, una hoja de papel, hasta correr por una pradera, siempre encontrarán la forma de convertir al mundo en un patio de juegos.
Estas imágenes nos dejan un buen sabor de boca al ver que en diferentes partes del mundo siguen jugando y disfrutando con su inocencia y fantasía. No importa el color o la raza, siempre es gratificante escuchar la risa de un niño que juega.