Una imagen dice más que mil palabras. Bajo este dicho, la fotógrafa Sophie Mayenne, de Londres, Inglaterra, trabajó en un increíble proyecto que tiene como propósito mostrar, empoderar y dar confianza a las personas que tienen una o más cicatrices y la interesante historia que hay detrás de ellas, y sobre todo quitar esa idea equivocada de que tener una cicatriz da mala imagen, es grotesco, es malo y no debe ser vista.
“Cuando empecé el proyecto recuerdo decir que, si puedo suponer una diferencia para al menos una persona, entonces habré tenido éxito. A medida que el proyecto ha ido creciendo, tan solo espero que llegue a más gente y siga teniendo un impacto positivo”, dijo Mayenne a Bored Panda.
Mira su propuesta, seguro te encantará.
1. Bintu
“Cuando era joven tiré una taza de té hirviendo de la encimera. Como resultado me quemé el hombro izquierdo hasta el pecho y el estómago. Mi cicatriz lleva conmigo desde que tenía 11 meses de edad -es todo lo que conozco, ni siquiera recuerdo mi cuerpo sin cicatriz-. Tengo días más seguros en los que digo ‘no es más que una cicatriz’. Estoy segura de que todo el mundo tiene una cicatriz. Sin duda he tenido mis días malos, pero solo cuando conozco a alguien nuevo y se me quedan mirando con disgusto. Me hace pensar, ‘Dios mío, ¿tengo algo en el cuerpo?’, y después recuerdo ‘la quemadura’. Llevo esta cicatriz porque forma parte de mí. No es más que una cicatriz”.
2. Chloe
“Empecé a autolesionarme a los 13 años y siempre he luchado con ello desde entonces. El problema con las autolesiones es que empeoran progresivamente y acabas haciéndote cada vez más daño a ti misma del que creías posible cuando empezaste. Es una verdadera adicción y llegas al punto en el que los cirujanos te dicen que la cirugía plástica no puede arreglar el aspecto de las cicatrices, así que lo único que puedes hacer es quererlas tanto que las connotaciones negativas que vienen con las autolesiones desaparezcan poco a poco, junto a todo el dolor relacionado con las cicatrices. Mis cicatrices cuentan mi historia, y nunca dejaré que las ideas u opiniones de nadie cambien eso”.
3. Agnes
“En 1997, a los siete años, sobreviví a una explosión de gas. He recibido 27 cirugías reconstructivas. Siempre me he sentido cómoda con mis cicatrices, para mí son preciosas y te cuentan historias diferentes. Son especiales”.
4. Leo
“Cuando tenía 20 años iba a tomar un atajo a través del parque local cuando me di cuenta de que la valla había sido cerrada. Decidí escalar por encima de la reja, se me resbaló el punto de apoyo y se me enganchó la cara por dos sitios. Los barrotes me atravesaron la cara. Por suerte, el trabajador del parque se dio cuenta de qué había pasado y llamó a una ambulancia. Sentía que mi aspecto había sido arruinado por el accidente, pero seguí como si nada. A menudo la gente piensa que he estado en una pelea o he sufrido un ataque de cuchillo, así que piensan que soy una mala persona”.
5. Iris
“Hoy soy una mujer fuerte e independiente gracias a mi madre y por lo que ha pasado. Todo ha sido parte de mi proceso. Todo empezó cuando tenía cinco meses. Mientras echaba una siesta, un lado de mi cama empezó a arder y perdí dos dedos. Llevó un año de recuperación en el hospital y 25 años para aceptarlo. He pasado por incómodos apretones de mano y miradas, susurros de niños y por esconderlo a toda costa, lo cual significaba usar siempre mi otra mano. Por lo que pasó, mi madre crió a una luchadora que ya no tiene miedo de quién es. No voy a esconderlo, aunque sigue doliendo cuando muevo la mano y, a veces, es una lucha mental aceptarlo por completo”.
6. Jamie
“Nací a las 24 semanas, con un peso de medio kilo. Las grandes cicatrices que atraviesan mi estómago son porque mi intestino todavía no se había desarrollado del todo, dando como resultado pequeños agujeros que causaron septicemia. Los médicos lo describieron como operar un espagueti. La cicatriz de abajo es el resultado de llevar una bolsa de ileostomía. La cicatriz con forma de estrella bajo mi axila es de donde se colocó un tubo para poder alimentarme. La cicatriz que atraviesa mi cuello es de un tubo que se colocó para recibir la medicación. Mi madre siempre me recuerda que mi cicatriz debía reducirse a medida que crecía, pero en su lugar creció conmigo como un recordatorio para siempre apreciar la vida”.
7. Sam
“A los 14 años jugué con un arma y eso me llevó a toda una vida en silla de ruedas. Pero, a pesar de lo que puedas pensar, nunca he encontrado una razón para ser victimizada por mi condición. Mis cicatrices espirituales y físicas me han hecho más fuerte, empoderada. Quería ser jugadora de tenis, así que me convertí en jugadora de tenis. Quería ser modelo y, adivina… soy modelo. Como modelo de diversidad, trabajo en la industria de la moda representando a personas que tienen limitaciones, pero que no están limitadas. Aman, luchan, ganan, pierden. Son reales y mi historia las ayuda a ver lo preciosas y significativas que son. Incluidas todas las cicatrices”.
8. Adele
“En 2014 fui diagnosticada con sarcoma de Ewings, un cáncer de huesos. Recibí quimio durante casi un año y varias cirugías para trasplantar huesos en mi brazo. Me sacaron trozos de hueso de la pierna y el muslo. En una ocasión, el trasplante se rompió, así que pasé por una importante cirugía que llevó ocho horas. En dos años he tenido 11 operaciones.”.
9. Maddie
“Cuando tenía nueve años me rompí el brazo montando en bicicleta un día lluvioso y, al caerme, mi apéndice estalló. Toda la atención en el colegio se puso en mi brazo roto hasta que, de pronto, no pude andar o moverme. Vomitaba sin parar, fui al médico y no supieron qué era hasta la última visita. Me dijeron a mí y a mi familia que tenía que ir de urgencia al hospital en ambulancia. Después descubrieron que había desarrollado pentinitis y todo el veneno de mi apéndice se había filtrado en el torrente sanguíneo, así que necesitaba ser extraído inmediatamente. Estuve en cuidados intensivos durante meses, encamada, y tuve que volver a aprender a caminar. Perdí muchas clases, pero después descubrí que, de haber ido un día después, hubiera muerto, así que la cicatriz representa que tengo que vivir cada día de verdad”.
10. David
“Las cicatrices de mi brazo izquierdo son de autolesiones durante los últimos siete años. La cicatriz en la parte superior derecha del abdomen es el resultado de una cirugía para extraer cartílago de las costillas para reconstruir mi oreja izquierda”.
11. Billy
“A los 18 años fui diagnosticado con sarcoma de Ewings, un raro cáncer de huesos que afecta predominantemente a gente joven. Antes de mi diagnóstico nunca había oído hablar del Ewings y no tenía ni idea de lo mucho que impactaría en mi vida. Parte del proceso de tratamiento incluyó reemplazar mi fémur con titanio, lo cual dio como resultado una cicatriz de la longitud de mi muslo. A menudo siento que la cicatriz puede ser un recordatorio constante del tiempo que pasé enfermo del estómago en el hospital, pero estoy aprendiendo poco a poco a verla como un símbolo de salud, recuperación y una oportunidad de vivir una vida larga. Ahora puedo alejarme y ver más que un cuerpo enfermo, puedo ver a una persona más motivada que antes por la vida”.
12. Ela
“A los nueve años me diagnosticaron escoliosis. Para entonces ya se había clasificado como severa, con una curva de 40 grados. Al salir de aquella consulta supe que nunca podría ser bailarina de ballet. Desde la diagnosis ha sido complicado que un profesor de danza me enseñe o me tome en serio. Mi columna estaba tan mal que se doblaba sobre sí misma en un ángulo de 90 grados por encima y 60 por debajo. Tuve que pasar por una cirugía de fusión de columna a los 13 años. Tuve mucha suerte de poder ir a una escuela de danza a los 15 años donde los profesores vieron mi amor por el ballet y se centraron en eso, no mi columna. También me siento muy agradecida de poder ir a una universidad de artes escénicas en la que mis tutores me tratan igual y me ven como alguien con pasión, no discapacidad. Sigo haciendo las paces con mi espalda. Después de seis años sigo sin sentirme yo, pero tengo que recordarme a mí misma que, de no haber tenido la operación, estaría en una silla de ruedas”.
13. Lamissah
“Hola, mi nombre es Lamissah La-Shontae y soy una modelo y actriz de Reino Unido de 10 años. La vida no tiene que ver con el color del pelo o de ojos que tienes o con la forma de tu cuerpo, altura o peso, ni con el color de tu piel. La belleza va por dentro, todos somos preciosos, tan solo tienes que buscar dentro de ti y sentirlo; los ojos son la ventana de tu alma y cuentan miles de historias. Nací con varias marcas de nacimiento, la mayoría de las cuales se difuminaron o desaparecieron con la edad, los médicos decían que era algo común en bebés mestizos. El año pasado una marca marrón que tenía en el brazo parecía oscurecerse, así que me enviaron a un dermatólogo especialista. Se nos confirmó que no había nada de qué preocuparse. La cosa siguió como siempre. Yo seguía mis sueños -viajando por el mundo, trabajando de modelo y grabando un montón de producciones geniales. Estaba trabajando muy duro, hasta a principios de este año cuando la marca de mi brazo parecía crecer rápidamente y volverse más oscura -extendiéndose por mi axila y ligeramente bajo mi brazo-. Mi médico de cabecera me vio en la clínica e inmediatamente llamó para que fuese remitida a un especialista dermatólogo de nuevo. La mañana fue un torbellino, ¡todo sucedió muy rápido! Llegamos al hospital y me vio el especialista, quien dijo que no estaba contento, y me diagnosticó con una forma de melanoma que estaba creciendo rápidamente. De hecho, había crecido desde el día en que el médico de cabecera me había remitido. Quiso que me viese un cirujano plástico inmediatamente”.
14. Ellen
“Tengo cicatrización y estrías en la pierna izquierda debido a una condición llamada Proximal Femoral Focal Deficiency, una enfermedad con la que nací. Esto significó pasar por varias operaciones desde pequeña. En los últimos años he empezado a sentirme más segura sobre mis cicatrices, aceptándolas y abrazándolas”.
15. Andrea
“Mis primeras cicatrices llegaron a los 14 años, mientras jugaba a perseguirnos con mis amigos. Salté por encima de un muro, pero el muro se movió y me quedaron marcas en las dos piernas. Durante años, paranoica por mostrarlas, solo llevé pantalones. Las cicatrices de mi brazo izquierdo y mi cara me las provocó una persona trastornada por venganza, lo peor es que no iban para mí. Me vi envuelta en una pelea donde la persona tenía un vaso en la mano mientras me golpeaba. Yo no me di cuenta hasta que noté la sangre en la cara. No me di cuenta del brazo hasta que miré hacia abajo y lo vi abierto como un pollo. Ahora me quiero por mí misma desde que empecé a centrarme en crear mi yo definitivo”.