El terremoto de seis grados de magnitud en la escala abierta de Richter que sacudió el 24 de agosto el centro de Italia, además de provocar hasta el momento 290 muertes, ha dejado auténticos pueblos fantasmas.
El sismo casi devastó gran parte del municipio de Amatrice (en la provincia de Rieti, a unos cien kilómetros al noreste de Roma), el más damnificado, pero también afectó gravemente a otras localidades próximas y las infraestructuras de esta zona montañosa en el corazón de Italia, tal es el caso de Accomuli, Illica, Arquata del Tronto o Pescara del Tronto, que presentan un paisaje igualmente desolador, con casas reducidas a escombros, y calles polvorientas y enmudecidas.