Existen personas que piensan: “si viéramos este mundo con la imaginación y la inocencia de un niño, sería un mundo mejor”. Bueno, lamentamos romper sus ilusiones, pero eso es una gran mentira. Si el mundo fuera como los niños lo pintan, sería un lugar espeluznante.
Dom y su hermano Al son dos ilustradores que hacen un trabajo algo inusual: convierten los dibujos de los niños en realidad y los resultados son divertidos y terroríficos a la vez.