Vito Corleone, personaje principal del filme El Padrino, nunca hubiera permitido que sus enemigos lo doblegaran. Él peleaba de manera astuta y letal, utilizando todos los medios a sus disposición para ganarse el respeto o el miedo de quienes lo atacaban. Así fue como se convirtió en uno de los capos más poderosos de toda la mafia en la historia de Nueva York.
Corleone no necesitaba ser un tipo perverso para salir siempre victorioso, al contrario, su estrategia era apoyar a los que lo ayudaban, ganándose su lealtad. El Padrino era un hombre completamente entregado a su familia y amigos, pero también era un ser implacable contra quien lo traicionara, pues justo eran esas batallas las que lo llevaban a actuar a través del egoísmo para cumplir sus objetivos, mientras que la maldad la utilizaba como un acto de justicia.
Ser egoísta y malvado no quiere decir que no ayudes a los demás, que te conviertas en un ser insensible o que andes por la vida cometiendo atrocidades en contra de la humanidad. Ser así es un enfoque por medio del cual preparas a tu mente para enfrentar situaciones negativas y así salir lo menos lastimado de ellas. Pero ¿en qué situaciones es válido aplicar tales sentimientos?
Para ganarnos el respeto de los demás
Ante personas complicadas o que crean un ambiente pesado e incómodo a tu alrededor, es importante imponer un carácter fuerte y tal vez agresivo. Provocar miedo en los demás y ganarte su respeto puede ser tu última opción.
Para que los comentarios de los demás no te perjudiquen
Si hay algo que el ser humano realmente disfruta en secreto es criticar a las personas a sus espaldas. Pero si tú eres el que recibe ataques o el que es exhibido en público, un poco de maldad y egoísmo ayudarán a que ignores los comentarios y continúes con tu vida de la mejor manera.
Para que las decepciones duelan menos
¿Te han roto alguna vez el corazón?, ¿tus expectativas amorosas no se cumplieron como esperabas? En situaciones en las que tu orgullo es herido, enfrentarlo con egoísmo ayudará a no involucrarte emocionalmente en eso; además, servirá para que te resulte más fácil salir adelante después de estar en un momento complicado.
Para enfocarte en tu crecimiento personal
Enfocarte en los éxitos de los demás y no en lo que tú quieres lograr es el primer obstáculo a vencer. Será mejor que te olvides de quién viaja más, quién es más inteligente, quién tiene el mejor puesto y quién gana más. Es momento de eliminar los estorbos mentales y concentrarse en las metas que quieres cumplir.
Para enfrentar los retos con valentía
La maldad y el egoísmo te darán el coraje necesario para sobrevivir utilizando tus mejores recursos y explotando al máximo tus posibilidades de ganar. En la vida, a veces se tiene que ser un gladiador sin escrúpulos que se atreve a luchar contra los leones para poder devorarlos.
Para no ser una persona codependiente
A veces no hay nada más lamentable que tener que depender de otras personas para poder ser feliz. Enfocarte en cómo quieres que sean las cosas no es ser egoísta o malvado, es algo completamente necesario para todos.
Para mandar al diablo todo lo tóxico en tu vida
¡Al carajo con las personas y las situaciones que lejos de ser benéficas para ti aportan negatividad a tu vida! No hay razón alguna para estar lidiando con seres tóxicos. Recuerda que primero estás tú, después tú y al final tú.
Para tomar decisiones racionales, no emocionales
Durante momentos de gran tensión muchas personas se quiebran instantáneamente, lo cual habla de una inteligencia emocional muy débil. Al actuar de manera libre y egoísta, será más fácil que analices de manera fría los problemas y así encuentres una solución razonable que deje de lado los sentimentalismos y, por ende, termines haciendo lo que no quieres.
Para no dejarnos intimidar nunca
Vivir con miedo hacia algo o alguien es realmente terrible. Cuando dejas de darle importancia a lo que esa persona hace, dice o quiere comienza una etapa de liberación que te acerca a la felicidad, pero ¿como hacerlo? Imponiendo tus propias reglas, viviendo para ti, utilizando el egoísmo y la maldad al servicio de tu paz mental.
Satisfacer nuestros placeres y deseos, por más impuros que sean, es resultado de nuestro egoísmo, y no hay nada de malo en querer saciarlos si eso te lleva a tener una vida más feliz. El dilema está cuando el sentimiento se convierte en maldad pura, es decir, que daña a los demás.