No conozco a una sola persona que no le guste el queso. Quizá hay tipos de quesos que prefieren, pero -en general- ¡todos amamos el queso!
Una de mis partes favoritas de comer pizza es cuando separo una rebanada del resto y el queso derretido se separa poco a poco. ¡Hace que se me haga agua la boca! Y seguro no soy la única.
Ya sea en la pasta, o en un sándwich, con los nachos, en una lasagna o incluso sólo para picar… ¡amamos el queso en todas sus formas!
Y ¿sabes qué? La ciencia nos respalda, y no sólo nos respalda sino nos explica la razón de esta adicción al queso.
Resulta que el queso es tan adicto como la cocaína.
Un reciente estudio de la Universidad de Michigan quiso averiguar cuáles son las comidas que actúan como drogas, y la ganadora fue la pizza, por su alto contenido en queso derretido.
Y es que los científicos descubrieron que la caseína, un químico presente en los lácteos, era el responsable de este componente adictivo. La caseína se rompe en el proceso digestivo y libera un grupo de opiáceos llamados casomorfinas. Sí. Como la morfina.
La caseína estimula los receptores de dopamina en el cerebro, al igual que lo hacen la cocaína y la heroína. Y aunque en la leche hay sólo un poco de caseína, para hacer medio kilo de queso se requieren 10 litros de leche, por lo que se encuentra mucho más concentrada.
Así que, ya lo sabes, la próxima vez que tengas unas ansias terribles por un poco de queso podrás decir que: eres adicto.