Un niño mascando chicle, las uñas de alguien raspando la pizarra de tu salón de clases, un tenedor arañando un plato… ¿De solo imaginarlo parece que tus dientes se destemplan y sientes ansiedad, irritabilidad o un largo escalofrío recorriendo tu cuerpo? ¡Que no cunda el pánico! Es es fenómeno muy común entre la población y se le conoce como misofonía o Síndrome de Sensibilidad Selectiva al Sonido.
El término, todavía desconocido para algunos, significa “odio al sonido”, y fue hasta la década de los 90 cuando le fue designado el nombre a este trastorno auditivo.
Algunos síntomas de misofonía son los siguientes:
Irritabilidad
Incomodidad
Taquicardia
Sudor frío
Inquietud
Ataques de pánico
Conductas agresivas
¿Qué la ocasiona?
Se cree que experiencias de la niñez podrían predisponer a las personas a padecer misofonía. Otros expertos piensan que -incluso- puede ser parte del síndrome de hiperactividad o que tiene que ver con algún trastorno de la personalidad que provoca la poca tolerancia a los ruidos que suelen hacer otras personas.
¿Cómo se puede tratar?
1) Terapia cognitiva conductual: esta terapia te expondrá poco a poco a los sonidos que te producen irritabilidad hasta que tu cuerpo no sufra ninguna reacción. Después intentará que elimines las emociones negativas con esos sonidos
2) Hipnoterapia: se trabajará directamente con tu subconsciente para intentar que los sonidos pasen desapercibidos y no resulten amenazantes.
3) Actividades relajantes como yoga, meditar, hacer ejercicios de respiración y relajación también son excelente auxiliares para calmar los síntomas.
Ya lo sabes, la próxima vez que intentes haces esto:
Asegúrate de que no padezcas del trastorno; de ser así, ponte en las manos de un especialista cuanto antes.