De pequeños nuestros padres nos decían “no juegues con la comida”, ya que era común que dejábamos la mayor parte servida por querer ir a jugar o ir a ver la televisión.
Por esta razón, las madres han tenido que usar su ingenio y creatividad para cocinar y decorar los platillos, volviéndolos atractivos para los pequeños; además, no sólo se preocuparon por la originalidad, sino que fueran nutritivos.