Cuando pensamos en que alguien tiene déficit de atención, normalmente nos imaginamos a niños con este problema, no creemos que sea un trastorno que también afecta a los adultos, ¡y a muchos más de lo que nos imaginamos!
Este problema se caracteriza por la hiperactividad y la dificultad para prestar atención, lo cual -si no se trata- puede ocasionar que ciertas áreas de la vida se vean afectadas, pues al ignorar dicho trastorno pudiera parecer como que se es alguien irresponsable e insensible ante las necesidades de otros.
¿Cómo saber si sufres de este trastorno? Bueno, a continuación te damos cinco señales que podrían indicar que padeces de déficit de atención e hiperactividad. Eso sí, aclaramos, solo un profesional puede determinar si realmente sufres ese trastorno o si simplemente eres un poco distraído.
1. Te cuesta mucho concentrarte
Te cuesta mucho organizarte y es que tu mala memoria no te ayuda. No puedes concentrarte en ciertos detalles, por lo que a veces terminas fallando a compromisos o tal vez olvidando fechas importantes.
En las clases eras -o eres- el típico que no te concentrabas, y en el trabajo ni qué decir si hay alguna junta que se prolonga o si tu jefe empieza a hablar de más, porque ya te perdieron. Lo mismo pasa en una conversación larga.
Además, el que se te pierdan las llaves o tu tarjeta de crédito o no te acuerdes dónde dejaste tus lentes es tu pan de cada día.
2. ¿No te puedes quedar quieto?
¡No sabes estar tranquilo! Si estás acostado, estás moviendo el pie constantemente. En la oficina sueles ser el/la fastidioso/a que siempre está haciendo algún ruido con los pies, con la boca o con las manos. ¿Tu mayor reto? Estar sin moverte un tiempo.
No entiendes cómo alguien puede pasar toda una tarde sin hacer nada, mientras tú lo que necesitas es estar en constante movimiento.
3. ¿Una palabra que te defina? ¿Será “impaciencia”?
¡Odias esperar! Es común que una conversación larga y monótona o repetitiva te canse, incluso sueles interrumpir a la persona o respondes una pregunta antes de que terminen de hacerla.
4. No administras para NADA bien tu tiempo
¿No puedes organizar tu tiempo? ¿Se te hace tarde sin motivo alguno? ¿Olvidas reuniones o compromisos adquiridos? ¿Te regalaron una agenda pero se te olvida usarla o ya la perdiste? Sí, es común en las personas con este trastorno. Para ti, el organizar tu día es prácticamente una misión imposible y a veces sientes que no te alcanza el tiempo para nada.
5. La prudencia no es lo tuyo
En una conversación, a veces pareces más agente del FBI que cualquier otra cosa, y es que sueles hacer preguntas directas, sin mucho tacto. Lo que piensas, lo dices. No hay filtro. A veces actúas sin pensar y puede parecer como invasión del espacio personal, pero para ti es solo mostrar interés en los demás.