Los gatos no son del gusto de muchas personas, pero estos peludos amigos saben cómo hacerlos cambiar de opinión. Tan solo con un meow por aquí y otro meow por allá, son capaces de ablandar el corazón más frío. Eso sin contar su hipnotizante movimiento de su esponjosa cola, sus entrometidos bigotes observando tu comida, su tibia barriga felpuda y esas patitas acolchadas listas para ser besadas. ¿No son motivos suficientes para tener uno en casa?
Estas personas estaban renuentes a tener un gato, hasta llegaban a odiarlos, pero ahora tuvieron que comerse sus palabras, porque cayeron rendidos ante las patas mininas, ¿quién lo diría? Pasaron de ser antigatos a sus más acérrimos defensores.