A estas alturas no se sabe si hay demasiados niños malagradecidos o demasiados padres condescendientes. Y es que si comparamos las reacciones de los infantes actuales ante cualquier situación que vaya en contra de sus deseos y caprichos, nos encontramos con una lamentable discapacidad para sobrellevar la frustración desde temprana edad.
¿Tú les contestabas a tus padres con groserías? ¿Montabas escenitas, pataleabas y los hacías sentir mal en público cuando las cosas no salían como lo esperabas? Hace todavía algunos años esto era motivo de una buena nalgada o, mínimo, te hacía merecedor de un castigo ejemplar. Si crees que estamos exagerando, observa los problemas de primer mundo que tiene que afrontar la nueva generación de berrinchudos y malcriados. ¡Pobrecitos! ¡Que alguien denuncie a sus malvados padres!