Una paciente inusual, una cachorra con el pelaje y la lengua azules, llegó a la clínica veterinaria de Darwin Animal Doctors, y dejó desconcertados a los trabajadores pues no sabían si era una enfermedad.
Resulta que era pintura
Por extraño que parezca, sus dueños no llevaron a Taylor al veterinario por su color sino porque no había comido por varios días. Pero el veterinario se dio cuenta de que el síntoma podría deberse a la pintura.
Todo fue un accidente
Su dueña se distrajo por un momento y cuando menos lo esperó se dio cuenta de que Taylor se había tragado una bolsa de pintura que había dejado en el piso.
Los veterinarios la llamaron Pitufina
Los veterinarios estaban preocupados por su salud, ya que la perrita había estado vomitando pintura por dos días consecutivos.
No es bueno comer pintura
Le dieron medicamento y recomendaron a sus dueños que la bañaran todos los días hasta deshacerse de la pintura.
En unas semanas estaba irreconocible
Días después su dueña la volvió a llevar al veterinario y se había recuperado completamente.
En esta ocasión la pintura no causó ningún daño grave, pero hay que asegurarnos de que nuestras mascotas no la ingieran porque pueden intoxicarse.