Y pensar que todo comenzó hace 10 años, cuando la fotógrafa Lynn Terry llevó a sus dos perros pitbull rescatados al estudio y a la cabina de fotos para una sesión diferente. Después, en 2014, al fallecer uno de sus perros queridos, decidió revivir aquel momento y desempolvar el estuche fotográfico con una nueva tropa de canes como modelos. ¿Qué resultó? Un hermoso homenaje a su propio perro, con el aderezo de una sesión nada común.