Después ver una publicación en Facebook, donde se explica la situación de un perro hambriento y abandonado a la orilla de una carretera en el poblado de Carbonado, en Washington, Amanda Guarascio y Dylan Parkinson decidieron ir a rescatarlo.
El principal problema al que se enfrentaron fue que, debido al poco contacto con personas, no podían acercarse a él; ni siquiera con comida podían llamar su atención. Pasaron una hora tratando de convencer al perro de que se acercará para alimentarlo pero no lo lograron.
Decidieron bajar a la ciudad y regresar a seguir intentando que se les acercara. Pero cada uno de sus esfuerzos eran en vano y no obtenían respuesta. Así estuvieron intentando hasta las 3 de la mañana.
Sin embargo, su intención de ayudarlo era tan grande que no renunciaron a la idea y siguieron intentando. Así que a Amanda se le ocurrió una manera para lograr que el perro se les acercara:
“Salí del coche, me acurruqué, me tendí en el piso dándole la espalda y el perro comenzó a ladrar cuando sintió interés. Después de un rato se sentó a mirarme desde lejos, pero la curiosidad le ganó y se acercó a olfatearme; en ese momento yo estaba en posición fetal al lado de la carretera, aproximadamente por 20 minutos. Al final, el perro perdió el interés”.
Amanda se levantó y poco a poco se empezó a acercar a él y cada vez que el perro parecía enojarse, Amanda se tiraba al piso y no se movía hasta que él se acostumbrara a su presencia.
Cada vez que el perro ladraba, Amanda bostezaba y hacia ruidos como lloriqueo para calmarlo un poco, ya que se cree que esos ruidos calman y atraen a estos animales. Al final dio resultado.
Al paso de unos minutos, el perro se echó a un costado de Amanda.
Ya que el perro se convenció de que no le harían daño, lograron subirlo al coche para llevarlo a un chequeo con el veterinario.
Amanda y Dylan aún están buscando dueños para el perro, y en caso de no encontrar alguno la organización Baby Bear se hará cargo de él. Gracias al valiente e inteligente rescate que Amanda hizo con este perrito, ahora él juega con sus nuevos amigos, tendrá un nuevo hogar y no volverá a pasar hambre nunca más.