Decir adiós a un ser querido no es nada sencillo y a todos nos duele por igual; sin importar la especie, nadie quiere perder a un ser amado. Este es el caso de una linda perrita llamada Sadie, que tuvo que despedirse de su adorado amo luego de que este muriera repentinamente de un infarto.
Por 13 largos años fueron inseparables pero un día, de la nada, su compañero se fue, dejando a la hermosa perra con una gran depresión. Así lo relató Jeremy May, presidente de Elements Cremation, Preplanning & Burial en British Columbia, Canadá, quien tuvo la oportunidad de presenciar los hechos.
De acuerdo con May, la perrita estuvo al lado de su dueño en el momento en que ocurrió todo.
Después de que los paramédicos vinieron y no pudieron revivirlo, Sadie se acostó a su lado e intentó poner su cabeza debajo de su mano.
La familia del hombre estaba devastada tras la pérdida, pero también comprendieron que la perrita estaba sufriendo mucho. Tristemente, durante los 10 días siguientes previos al funeral, la hermosa can decidió dejar de comer, pues tenía el corazón roto.
En todo ese tiempo, Sadie no comía, dormía sola y pasaba los días junto a la ventana y la puerta esperando a que regresara.
Todo cambió el día en que fue guiada por la esposa de su amo hacia la capilla donde estaban velándolo y finalmente pudo decir adiós.
La perra era tan importante como la esposa o un hijo, por lo que fue bueno dejar que se despidiera. Cuando Sadie se acercó al ataúd, ambos pudimos sentir y escuchar la emoción de los invitados. Todos estaban llorando. Fue un momento muy emotivo.
Un instante que también fue para sanar, ya que después de decir adiós, al regresar a casa, la perrita devoró dos platos enteros de alimento.
De acuerdo con May, algunas casas funerarias prohíben la entrada a los perros, pero algún día tendrán que comprender que ellos son seres emocionales que también aman y les duele separarse de sus seres queridos.