La misma historia se repite generación tras generación en diferentes familias: el niño quiere tener un perro pero su papá no lo deja porque son muy sucios, cuesta mucho mantenerlos, siempre te están lamiendo, ladran mucho, son muy molestos; blah, blah, blah.
Una buena tarde un perro de la calle se para frente a la puerta, o un cachorro de ojos tiernos mira a papá y hace que su corazón se entibie y que su mente comience a dudar sobre las reglas que él mismo impuso. Muchos padres que se niegan a tener mascotas, pero el amor desinteresado de los perros siempre logra hacerlos ceder.
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1. “Aún no quiero un perro”, después de 2 años
2. “De verdad no quiero perros”… A la mañana siguiente
3. “¡Dije que no quería ningún maldito perro!”
4. Incluso se parecen
5. Los padres cambian de parecer tan rápido
6. Luego de insistir 3 años y de que se negara a tener un perro, él mismo la rescató
7. “A los 14 años papá tuvo un perro, pero el cachorro murió …
“… Ahora está listo para abrir su corazón a uno nuevo”.