Ir al médico no es tan sencillo como parece, y menos cuando se trata de una cita por enfermedad. Pero para quienes sí es verdaderamente una tortura -y no porque sus médicos los traten precisamente mal-, es para nuestras mascotas.
Pobrecitas, sufren tanto con la idea de que su veterinario los vaya a tocar que buscan evitar su visita a toda costa; y es aquí donde los humanos entramos en acción. Utilizamos infinidad de trucos y artimañas para llevarlos a su chequeo regular, prácticamente sin que ellos lo noten, hasta el momento en que se encuentran en la puerta del doctor.
Provocando las siguientes reacciones en nuestros amores: