Un día, un par de personas en Tofino, Canadá, escucharon una serie de disparos y salieron a ver qué sucedía, fue entonces cuando se encontraron con un águila malherida y con su pico casi cortado en su totalidad por el roce de una bala.
De inmediato la llevaron al centro de recuperación animal, pero intuían que no se salvaría por la gravedad de sus heridas; incluso los veterinarios sugirieron su sacrificio. No obstante fue en ese momento cuando el dentista Brian Andrews ofreció sus servicios.
Le adaptaron un molde para realizar una prótesis permanente y junto a su colega Fred Leak, realizaron su adaptación. Incluso la pintaron de amarillo para que combinara con el resto del pico.
Hoy el águila se encuentra en perfectas condiciones y lista para ser liberada al mundo silvestre.