Los gatos son criaturas extremadamente curiosas, y evidencia reciente sugiere que estos pequeños leoncitos nos ven como los dueños totalmente prescindibles; o sea: basura, pequeños gatos sin pelaje.
Una nueva manía en internet que involucra a nuestros pequeños compañeros felinos ha evidenciado otra pieza de información extraña: Por alguna bizarra razón, parecen ser aterrorizados -completamente aterrorizados- por… ¡pepinos!
En una gran cantidad de videos subidos en internet, los dueños de los gatos esconden sigilosamente detrás de sus mascotas el verde y temerario vegetal.
Cuando el gato voltea y se da cuenta del inesperado regalo literalmente pierde la cabeza, se avienta al aire, y huye despavorido tan rápido como puede. Después se queda observando al pepino esperando que éste haga su primer movimiento.
Pero la verdadera pregunta es: ¿por qué parecen temerle tanto a este inofensivo vegetal?
Hay que ser justos, la verdad es que no hay videos en los que los gatos vean un pepino de lejos y después caminen hacia él para interrogarlo, así que quizás lo que los asusta es la inesperada visión del pepino detrás de ellos, no el pepino en sí.
Una piña inesperada tendría el mismo efecto.
Resulta que el doctor Roger Mogford, especialista en comportamiento animal, dijo:
“Creo que la reacción es debido a la novedad y a la sorpresa de encontrar un objeto inusual secretamente colocado mientras estaban ocupados comiendo”.
“Los gatos deben sospechar de lo desconocido: podría representar el peligro de una serpiente o cualquier otro predador. Presiento que sería la misma reacción ante alguna araña, un pez de plástico o alguna máscara de un rostro humano”.
Los gatos son conocidos por ser suspicaces de cualquier cosa que se mueva rápidamente, haga mucho ruido o brille erráticamente: esencialmente, cualquier cosa que no entiendan del todo, lo que no es muy diferente a la mayoría de los animales, incluso los humanos. También cabe señalar que los gatos son animales solitarios, y los humanos son tan sociables como cualquier animal -por lo que ya de por sí los solemos desconcertar. El asustarlos con los inesperados pepinos probablemente no ayude mucho.