Cuando Dios hizo a los gatos los creó perfectos: esponjosos, adorables, elegantes y misteriosos, pero a algunos afortunados decidió imprimirles un sello muy particular, una marca de nacimiento única que lo único que hizo fue que estos mininos fueran más perfectos de lo que ya eran.
¡Uno incluso tiene un gato dibujado en su espalda! ¡Dos por uno!