En el mar, la vida es más sabrosa, pero también más costosa, y ¿qué pareja no sueña con casarse cerca de la playa? Como era lo más cerca del océano que podían hacerlo, este par de tortolitos improvisaron con una boda muy poco convencional: en un acuario.
Con ello desataron una ingeniosa batalla de Photoshop, porque al enlace no solo asistieron los novios y el juez, sino un invitado sorpresa: Una beluga.