Expresivos, tiernos y fáciles de sorprender, así son los animales y con sus caritas nos lo dicen todo: ya sea que tengan miedo o estén incómodos, sientan enojo o alegría, sospechen de algo o tengan curiosidad… es sencillo adivinarlo gracias a sus gestos y a su lenguaje corporal tan poco discreto. ¡No lo pueden evitar!
Quizá sea porque son tan puros que la honestidad les aflora incluso en sus movimientos; en cambio, los humanos hemos desarrollado la espantosa habilidad de ocultar a la perfección nuestras emociones, de manera que ni siquiera nuestra mirada levante la más mínima sospecha. ¡Ellos viven el momento sin esconder nada! Por eso es que se pueden obtener tan bonitas fotografías como la de este post.