Sangre caliente, muchas plumas y un corazón de oro: la descripción perfecta para estas madres salvajes. Ellas viven el proceso de maternidad de una manera distinta a los animales mamíferos, y aunque en el proceso de incubación también participa el macho, es la madre la que se encarga de emprender largos viajes para traerles comida una vez que nacen.
Cuando rompen el cascarón la aventura apenas comienza, las crías deben permanecer al lado de sus amorosas madres para que puedan aprender a volar y a valerse por sí mismos para después abandonar el nido. El amor maternal es hermoso en todas las especies, pero hoy decidimos dedicarle la siguiente galería a las aves.