Matteo es un fotógrafo profesional que siempre estuvo fascinado por las aves, pero jamás pensó que esa afición se convertiría en la marca de su arte. En 2013, mientras estaba buscando una gallina conchinchina como mascota para su estudio en Milán, conoció a Giorgio, un granjero que lo invitó a una exhibición artística de pollos.
Allí fue donde conoció a la gallina Jessicah, la cual se robó su corazón. Desde entonces se volvió loco y, junto a Giorgio, tomó fotografías de cientos de pollos. “Solo míralos, son hermosos y ellos lo saben”, dijo Matteo sobre su trabajo.